21 de febrero de 2008

YO VENDO UNOS VOTOS NEGROS, ¿QUIÉN ME LOS QUIERE COMPRAR? (5)

¿DEMOCRACIA DIRECTA?

De nuevo copio un comentario que he enviado a La mirada del mendigo, en su discusión sobre la democracia.

Queridos soñadores:

lo de la democracia directa suena bien, y las posibilidades tecnológicas lo facilitan muchísimo más, pero el problema es que, con independencia de estas nuevas posibilidades, a la inmensa mayoría de la gente le atosigaría muchísimo tener que andar comiéndose la cabeza sobre todas y cada una de las discusiones políticas. ¡Pero si todo el mundo nos escaqueamos todo lo que podemos de las juntas de vecinos! (y mira que los temas que se discuten ahí nos afectan directamente, y hacen falta bien pocas "nuevas tecnologías" para discutir y votar).

No se trata sólo de un problema de "pasotismo" o de "alienación". Incluso las personas más entuiastas, activas y preparadas nos preocupamos por, como máximo, un miserable uno por ciento (y estoy exagerando) de las cuestiones que se deciden en los ámbitos políticos día a día. Sobre esos temas estamos deseando que nos dejen decidir, pero, además de que esas ganas no las vamos a tener toda la vida, hay muchísimos otros temas que no nos da la gana molestarnos en pensar.

A esto no podemos responder con la actitud de decir "¡al que no le interese, que se abstenga y punto!", porque no se trata de una cuestión de desinterés: se trata de que todos tenemos derecho a que nuestros valores, necesidades y opiniones sean tenidos en cuenta al decidir las leyes, pero no tenemos la obligación de participar activamente en la elaboración de esas leyes. Es decir, yo quiero tener (porque tengo derecho a ello) la capacidad de influir en el establecimiento de las leyes, pero eso no implica que tenga el deber de estar molestándome en informarme y reflexionar sobre cuestiones enormemente técnicas y/o enormemente aburridas. Por eso tengo derecho a delegar mi capacidad de decisión en personas que se especialicen en la creación de leyes.

Esto además es una simple consecuencia de la división del trabajo: del mismo modo que no todos tenemos la obligación de saber reparar el circuito eléctrico de casa, tampoco tenemos la obligación de dedicar un tercio de nuestras horas de vida a discutir de política (naturalmente, quien quiera, que lo haga, pero un sistema en el que el ciber-ciudadano puede participar directamente en la política no debe quitar el derecho que tienen a delegar su voto aquellos que no quieren vivir en el ágora todo el día).

La democracia directa corre el riesgo de convertirse en una tiranía de los ciberentusiastas,
igual que los sistemas electorales actuales se convierten en una tiranía de los grandes partidos. Aquélla tiene la ventaja de que, como los cibers son muchos y desorganizados, sería más difícil que se dedicaran a trincar a lo bestia. Y tiene la desventaja de que las leyes que surgieran serían seguramente bastante caóticas, e incompatibles entre sí. El sistema actual, naturalmente, tiene las ventajas e inconvenientes opuestos.

De nuevo, el sistema de democracia pluricameral (que se puede complementar con referendums más frecuentes) me parece un equilibrio razonable para satisfacer el deseo de los entusiastas de la democracia directa (pues habría un papel más amplio para los movimientos ciudadanos autoorganizados) y el de los que queremos dedicarnos a lo nuestro, y pensamos que la Atenas de Pericles era como vivir todo el día sometido a la continua vigilancia de un corral de vecinos. La experiencia de la democracia ateniense condujo, sabiamente, a la filosofía del más grande de los sabios de Grecia, Epicuro: late bioseas ("pasa desapercibido toda tu vida").

2 comentarios:

  1. Salud:

    La democracia directa corre el riesgo de convertirse en una tiranía de los ciberentusiastas,
    igual que los sistemas electorales actuales se convierten en una tiranía de los grandes partidos


    Discrepo parcialmente de la primera premisa que compone el enunciado. El gran problema del "voto electrónico" (e-voto) es el software y su seguridad. En absoluto es consustancial a la democracia directa, pues del mismo modo que la enseñanza a distancia (y con ella el "e-learning") complementa y sustituye a veces la presencial, lo mismo sucedería con el e-voto. Es una cuestión de infraestructura.

    Para que la UNED (o la UOC, o cualquier Universidad a distancia homologada) tenga una validez social acreditada, realiza una serie de pruebas -exámenes- a sus alumnos con unos criterios de seguridad. Ese es su "software". Del mismo modo, el e-voto necesita un software que pueda ser validado socialmente y acreditado entre pares. Es decir, no puede ser un software privativo o cerrado (tipo Windows, de Microsoft); ya que no puede ser escrutado por estar oculto.

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