11 de octubre de 2007

LA LENGUA DE LA CIENCIA

Uno de los problemas que tenemos a bordo del Otto Neurath es que la tripulación forma una especie de torre de Babel, en la que cada uno habla un idioma (y a veces, aunque hablen el mismo, lo entienden de otra manera), y así no hay quien se entienda para andar reconstruyendo el barco. En El País de ayer, Javier López Facal, investigador del CSIC, protestaba porque los trámites administrativos necesarios para nuestros científicos deban ser obligatoriamente en castellano, cuando el inglés es el idioma en el que la mayoría (al menos, la mayoría que pretende homologarse con el resto de los países) tiene que elaborar sus trabajos, memorias, etc. [Ver el artículo en http://www.elpais.com/articulo/futuro/lengua/ciencia/elpepufut/20071010elpepifut_6/Tes]

Yo iría un poco más lejos. Ahora que estamos metidos en el proceso armonizador de Bolonia, que pretende facilitar la movilidad de los estudiantes universitarios por toda la Unión Europea, y teniendo en cuenta que de lo que se trata, en parte, es de fomentar la competencia de las universidades por los buenos estudiantes, no estaría de más que se generalizara la práctica iniciada por algunas universidades, de ofrecer titulaciones en inglés.

La administración podría incluso fomentar un plan por el que, de todo el catálogo de estudios universitarios oficiales, al menos tres o cuatro universidades del país ofrecieran la carrera en inglés, y becaran generosamente a alumnos de toda la Unión Europea (y también de otros países) para desplazarse a esas universidades a estudiar. Si las Comunidades Autónomas ofrecen buenas becas a sus estudiantes mejores para que se vayan a estudiar a donde les dé la gana, mejor todavía.

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